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jueves, 28 de agosto de 2008

Viernes de Afshincumpleaños

Como les decía, queridos lectores, había más aventuras para mí antes de terminar la semana. El viernes llegó a mí junto con la horrenda imagen de una palomilla durante la presentación Powerpoint de la clase de Jimma. Haciendo uso de lo que me quedaba de concentración sobreviví la clase sin mayor problema, aunque debo admitir que cuando Víctor comenzó a hablar del Annotathon yo estaba comenzando a divagar seriamente... en fin. Salí de clases para recordar el super drama que había estado viviendo desde que le dije al científico ruso malvado que no podría ir a su guarida hasta el domingo (mismo que siguió mientras comíamos esa tarde), y haciendo acopio de lo que me quedaba de voluntad huí al DF. Llegué bastante tarde en realidad, y con poca hambre, pero mamá me recibió con alegría y alimento.

Al rato estaba convenciendo a mi papá de que me llevara a Afshinlandia, pues se celebraba su cumpleaños. Cuando llegué a dicho sitio fui calurosamente recibida por los papás del pequeño, y luego me topé con que la mayor parte de la tropa preparatoriana ya estaba ahí. Emocionada y feliz saludé a todos y les conté las anécdoras que escribí en la entrada anterior. Compartimos historias de la vida diaria, y bromeamos mucho. Sorprendida de ver tanta gente, me alegré mucho de encontrar a Afshin casi igualito que como lo vi la última vez. Aunque se negó a contar muchas de sus aventuras en Alemania, se le notaba feliz y cómodo en comañía de esa gente. Empero, debo admitir que para mí había cierto elemento de extrañesa.

¿Qué podía ser aquello que me causara esa sensación? No tardé en descubrir que era que de alguna forma el espíritu del Tec me estaba abandonando. Me encontré a mi misma desacostumbrada a ver chicas delgadas y a la moda, chicos con ropa de marca, chistes de los que yo no sabía nada, formas de escuchar música que casi había olvidado. Me causaba casi curiosidad el verlos, pues era intrigante pensar que yo alguna vez estuve tan cómoda en dicho medio y ahora era algo tan ajeno a mí. Comenté esto con Manuel y con Covaro, y pasamos a contar anécdotas que enaltecen varios de los aspectos más folklóricos de la vida de la UNAM, como la sesión fotográfica del Lago Adi.

Mientras Afshin revoloteaba en birthday glee, yo aproveché y charlé mucho con los chicos. Gracias a la insistencia del papá de Afshin, quien debo añadir rió de forma inimaginable al verme sonrojar, tomé algo de vodka con jugo de arándano para brindar por el singular vínculo que me une a los chicos de la prepa,más por los significativo del brindis que porque realmente tuviera el mínimo antojo de alcohol.

Después de eso decidimos salir a algún super para buscar cigarros para Dan, y caminando por la callada privada echamos una pequeña carrera. En tacones y con flojera, emprendí la aventura, arriesgando la integridad de mis tobillos, pero con la hermosa sensación de tranquilidad que me produce el correr una carrera corta en un lugar callado y por la noche... con el bonus de estar en buena compañía. A pesar de que la tiendita estuvo cerrara, el breve paseo fue muy disfrutable.

Para cuando volvimos, me dediqué a charlar de cosas varias, saltando un poco entre las células de amistades que se habían formado, y viendo ocasionalmente el reloj, pues mis papás llegarían por mi a la 1 am... y mientras el tiempo transcurría, a Cloey le sucedía algo que yo nunca había visto... estaba happy. Ahora, para quienes no lo sepan, el joven Wallaby Clo está en mi top 3 de las mejores personas del mundo (con "mejores" implicando que son gente buena, sincera, amable, caballerosa y todas esas cosas bonitas que nunca ves porque necesitas encontrar a alguien que viva en otro plano de la existencia) vaya, en corto, un amor. El alcohol no cambió mucho esto. Si bien hablaba con alto volumen, repetía lo mismo varias veces y era un tanto más simplón, fue sencillamente divertido el charlar con él y encontrándolo decir máximas como que "la tabla del 13 es pretenciosa", al tiempo que se apenaba de encontrarse en dicho estado, aunque en realidad no hiciera daño a nadie.

Cuando llegaron mis papás yo estaba resignada a cumplir con mi destino, pero muy para mi fortuna la mamá de Afshin usó su super magia de grandiosa anfitriona y extendió mi tiempo de calidad con los amigos por un aproximado de una hora, durante la cual el pequeño Clo se escondió tímidamente.

Para cuando me fui a casa estaba realmente feliz. Había visto a todo mundo, y una alegría y tranquilidad especiales habían formado un confite alrededor de mí. Por si fuera poco, logré confabular con Doña Flor para que algún día de estos pueda yo importar a Afshin a Cuernavaca, cosa que no dudo desencadenará un proceso importante en el destino. En realidad, debo admitir, me gustaría importar a todos los chicos prepos, pero pues como no se puede todo en esta vida, y dado que los gemelos ya me hicieron el favor de ser partícipes del Bereton, creo que en la lista de los que faltan uno de los primeros lugares es ocupado por ese muchacho.

Estaba cansadísima. Las fatigas del reposo estaban llegando a mí, y salvo un par de nuevas revelaciones tétricas y chistosas del universo, el sábado transcurrió para mí en comer dormir y comprar comida para Shiro.

Pero no. La aventura aún no terminaba.

Para esta aventura... la canción apropiada es Yo no me llamo Javier. No se quién la cante, en realidad es una mala canción, pero al ver a Afshin brincando y cantándola durante la fiesta no pude mas que recordar las épocas doradas de la prepa, que quizás les comente en alguna entrada de remembranza otro día de estos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los Toreros Muertos son los intérpretes de la canción 'Yo no me llamo Javier'

Ricardo dijo...

Para mi, esa canción también quedará grabada por siempre. JAMÁS, en verdad, imaginé ver a Afshin cantando (en bastante sobriedad) ABRAZANDO a varios hombres de una manera tan...cómo decir, honesta? natural?

Pepe dijo...

mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

no publicaste mi primer comentario, cierto?

Eso se llama censura...



y mi Cherry Coke?