Todo comienza, supongo, con un lunes. Esa semana prometía muchas aventuras... y también mucho trabajo. El miércoles teníamos examen de Christian, y el jueves de filogenias. Esto implicaba estudiar como enfermos... pero eso no era todo. El jueves mismo iba a ser el día oficial del inicio de la oscuridad senil, y el miércoles por fin iba a sucewder la tan prometida Pepe-lasagna en la flamante y nueva casa de Mariloli-Teo.
Así, los miembros del clan comenzamos una extensiva planeación que nos permitiera hacerlo todo. Cabe mencionar que como era de esperarse, el lunes no sucedió ninguna suerte de evento académico especial. La verdadera estudiada hasta morir comenzó el martes. Con sincera intención de asimilar todo ese conocimiento, pasamos todo el día en la escuela. Hacía tiempo que no nos quedábamos así, y francamente yo extrañé un poco eso de colarme en docencia. Sentados en las banquitas, y luego en el closet gigante, estudié hasta que ya no quise mas que dormir. A la siguiente mañana, con todo el dolor de mi corazón, asistí a la escuela a encarar mi cita con el destino. No fue mi mejor examen, pero fue indudablemente mejor que el anterior (en el que rezaba por aprobar... aunque por razones milagrosas saqué 8.3). Para cuando salimos de clases, con hambre y deseos de dormir, nos dedicamos a consumir alguna cosa medianamente cercana a alimentos (bueno al menos yo, los demás comieron en las biónicas) y de ahí a consumir un rico raspado de fresa con chamoy. Ilse, Beto, Huicho, Abiel y yo compartimos historias del tipo que hacen que las señoras teman por la sociedad moderna. Tras relajarnos un poco, regresamos a la LCG, donde nos dedicamos a estudiar diligentemente, haciendo glosarios para filogenia y viendo presentaciones de mínimo 80 diapositivas horrorosamente informativas. Conforme se hizo de tarde nos encontramos con el Jitomate adorable, Martha y Mariloli, quien me guió impecablemente a los no-tan-remotos páramos chamilpenses donde reside. Una vez ahí seguimos estudiando (no sin sacar de onda masivamente a las crótalos, quienes estaban impresionadas por nuestra capacidad de dispersión). Mientras Pepe y Teo guisaban, todos los demás trabajábamos, y ya entrada la noche degustamos felizmente nuestra lasagna feliz. Para ese entonces, ya era hora de brindar con Ilse, quien estaba entrando triunfalmente a la senilidad. Al poco rato, el gitano y Netaman estaban huyendo a sus hogares. Ilse y yo seguimos ahí hasta que se hizo bastante tarde, y muy agradecidas por la feliz velada nos dirigimos a la madriguera. Yo llegué a dormir... había planes para la mañana de ese mismo día.
Desperté procurando ignorar mi cansancio y regresé a casa a arreglarme. Aquí comienza la primera parte de la misión Oscuridad Senil. Vestida galantemente de chica darketa (ayudada por el mágico guardarropas de Adi) fui a la escuela muy tempranito (8 am), donde me encontré con Beto y Huicho y juntos nos maquillamos. Maquillados y listos, con un letrerito incriminador en el pizarrón, esperamos al malvado examen.
Malvado examen, malvado examen...
y libertad. Tras recibir abrazo de Ilse, me fugué con Beto para comprar el primer pastel del día. Unas cuantas fotos más tarde, y con dulzura pastelil en nuestro paladar entramos a la otra clase. Yo, como es de esperarse, no tenía nada de ganas de atender a Delfiboy... pero ni modo. Afortunadamente, pronto éramos libres de nuevo, y decidimos que lo mejor que se podía hacer era comer algo y luego ir a la madriguera. No contábamos con que el camino a las baraburguesas se convertiría en una odisea callejonera -producto de que una masa de homúncilos pseudodocentes estaban marchando por avenida universidad.
Comimos en la madriguera (por si se lo preguntaban, sí, mi comida era atún), e Ilse quedó profundamente dormida. Hubo sesión de fotos con el OTRO pastel de Ilse (que decía Felicidades ILZE por cierto). Pepe tenía pendientes académicos, así que desapareció un rato a trabajar, y nos quedamos charlando Julio, santa Paty, el clan y algunos sextimiembros apreciados de la comunidad. Pasaba de todo e Ilse no despertaba para partir el pastel. Hasta yo me sentí tentada a tomar una siesta, aunque no ocurrió en realidad. Antes de que Julio y Paty huyeran, por fin se cortó el pastel. Después de eso, comenzó el verdadero taller de maquillaje.
Lápiz labial negro, esmalte de uñas, delineador... todo volaba y, entre Mariana Abiel y yo convertimos a los tan decentes muchachitos que encontramos en evasivas criaturas de la noche.
Con este proceso, obviamente, hubo una sesión fotográfica con toda la ridiculez y diversión que se podría desear. Para cuando nos dimos cuenta, ya iban a dar las 10, y huimos hacia el Bebedero a consumir alcohol y celebrar a la anciana oscura. Consumí un aproximado de 3/4 de litro de cerveza (que, comparado con lo que otros consumen no es nada hehehe) y fui testigo de un evento singular: entre tanta gente (4a, 6a, clan, colados...) había nada más y nada menos que miembros de mi generación.
Las horas siguientes estuvieron llenas de diversión, risas, drama... de todo un poco... pero como cualquier historia cumpleañera decente, tuvo un final feliz para todos. A eso de las 3 am, Pepe me dejó en casa de Ilse, donde había rastros de fiesta. Yo llegué a dormir (no sin esconder a Abiel en el baño antes, para que los ebrios que estaban en casa de Manzano no lo atraparan). Dormí largo y tendido... o no, haha pues antes de las 7 ya me estaba levantando.
Y ahora, las fotos:
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