Once, veinte [y casi no tres XD]

Pues bien, creo que puedo comenzar esta historia con los eventos que se dieron el fin de semana.
El sábado conocí la Beto madriguera. Potboy resultó vivir a 5 minutos de un super oriental donde yo casi casi podría vivir, y no perdí la oportunidad de disfrutar de unas deliciosas gomitas de kiwi mientras me medio congelaba en la glacial sala de la Beto madriguera. Esa mañana me corté el cabello (única razón para levantarme temprano)... pero aparentemente no fue nada muy perceptible hahahahaha pues tuve que comentarles a los chicos sobre el evento para que notaron que mi fleco ya no era emo y mi cabello como 10 cm más corto.
Nuestra orgía de progra estuvo llena de... horror, pizza, y agua de gelatina (ese misterioso y exótico brebaje cuyo encanto está en... que no se cuaja hahahahhaha).

Un sábado muy particular, muy feliz. De ahí, a desvelarme un poco en casa... mi lap no había salido del rancho desde que me mudé en agosto... así que estuve yo en un silloncito en la sala de mi casa ante la compu, mientras mis papás descansaban (mi mamá y su "tuberculosis" ^^U, y pues adi también se hallaba en la compu. Necesité convencer a mi papá de que me dejara secuestrar a Adi y traerla al rancho, pero héla aquí. Además, recibí la feliz noticia de que Richie y Cloey también estarían en Cuernavaca, para ser partícipes del evento más épico de diciembre (creo). Así, el domingo procedió sin nada importante... hacer maleta, comer pizza, charlar con mis papás... pura normalidad, hasta que los gemelos Adi y yo nos subimos al dichoso Pullman que nos llevaría a Macondo.
Los chicos se registraron en el hotel, salimos a cenar, nos contamos muchas anécdotas, y luego cada quien a dormir... dizque, pues yo me quedé despierta hasta las 3 de la mañana. Poco después, desperté para recordar qué día era: 10 de diciembre.
Afortunadamente, Ilse no quería que llegara yo antes de las nueve, así que mi retraso no se convirtió en nada importante. Llegamos los chicos Adi y yo a la Geek-cueva, para toparme con la genialísima sorpresa de que había BERETÓN, y globos. Al poco tiempo de que llegamos, llamó Esther, por quien fuimos felizmente, y poco después también, Pepe llegó. Con una ínfima cantidad de logística y todas las bendiciones de Amon-Ra, por ahí de las 10:20 de la mañana emprendimos nuestra importante misión: ver la trilogía de LOTR versiones extendidas. Palomitas, coca-cola, y épica en su máxima expresión. ¿qué mejor?

Para esos entonces, ya había recibido yo mis primeros regalos: un Liger, A Clockwork Orange, y un pequeño y adorable conejito, cuyo nombre es The Beast of Caernabogg... por mí, bien puede convertirse en la mascota oficial de los Supergeeks.
Peli, peli, peli, peli....
y llegó la tarde. Ilse y Pepe tuvieron que huir un ratito, y (lástima), Pepe se perdió de muchas cosas sobre su Beloved Gollum XD.

Al poco tiempo, terminamos Las Dos Torrs, y medio muertos de hambre, llegamos a la resolución de que un convoy iría por comida.
Regresaron llenos de felicidd heladosa/pizzosa/sushiosa/chocokrispiosa, pero decidimos solo atacar al helado y esperar a que todos estuviéramos juntos para cenar.

Finalmente, las dichosas 8 de la noche. ¡Hora de regalos! Muchos conejitos (incluyendo uno muy guapo que ahora me tiene miedo porque le contamos sobre como yo solía jugar al documental ¬¬). Conejitos, muchos conejitos, un perfume de fresa, disco de Interpol, pastel, Enfermedad del Sueño (el protista más bello de todos), y muchos abrazos. MUCHOS ¡YAY!

Finalmente, a armarse de valor. Los corazones de todos los presentes comenzaban a sentirse como Frodo cuando estaba en las planicies de Gorgoroth [que nunca acabaría nuestra misión, o nos mataría en el proceso]. De hecho, varios cayeron en batalla, pero aww qué feliz anyway... no cualquiera lo intenta siquiera.

Claro, since everything comes with a price, tuve que sufrir las horas siguientes, no he dormido y muero por quitarme los lentes de contacto... ah claro, y la lección de vida dada por mi querido abuelo Julio: si te dan una misión de desperar a alguien... mejor déjalos a su destino ;)

sin mencionar mi momento emo de la mañana (qué bueno que no hubo mucha gente para verlo), y la clásica lección de vida: todo a su tiempo.

Tengo 20 años, y lo único que hay de relevante en ello, es que estoy feliz.