Escribo esto bajo el breve lapso de enfado en el que me encuentro.
Como seguramente sabrán, yo no soy el tipo de persona que se enfada con facilidad... sí, reclamo y me quejo, pero no suele ser algo que dure... y cuando me enfado más seriamente, suele ocurrir que tras una media hora paso a un estado más bien tristoide, haya o no una buena razón para estar así.
En fin. Dada esta explicación, y en lo que me pongo de sentimental, aprovecho para hacer una pequeña reflexión... ¿Qué tanto puede cambiar uno de un ambiente a otro, y qué tan rápido?
La razón de mi pregunta surge de mi más reciente conflicto hermanil:
Aunque no quiero sonar como mis padres, debo admitir que estoy de acuerdo con ellos en que, en cuanto entra a la escuela, el comportamiento de Adi cambia mucho; pasa de ser la cosa pandosa que busca a quien molestar a una criatura callada, mal alimentada, hostil y demás. Normalmente diría que esto es fruto del estrés, pero como ex-alumna del Tec, sé que en el segundo día de clases no pasa nada que lleve a un cambio tan radical. Hoy, estando yo ya en la computadora, Adi se sentó a hacer su tarea (y usar el messenger), y notó que la red se le caía nomás a ella. Desesperada, le echó la culpa a mi actividad en la red -no hacía mas que hablar con 5 personas, por lo que yo le dije que yo nada tenía que ver. Me pidió que le dejara la computadora, pero yo no quería, sabiendo que se la apropiaría y me quedaría sin el resto de mi mísero tiempo ante dicha maquinita... aunque sí me ofrecí a imprimir lo que necesitaba. Drama, rimmel corrido, plumas por todos lados, y un trato que no me merecía saqué de dicho asunto. Molesta, le dije que no quería cederle la compu, que en todo caso se esperara, pero solo conseguí más drama, hasta que me harté y de muy mala gana le dejé la cosa esta (venero al Gran Hotcake porque mañana me devuelven a cacharrita, mi lap). Me puse a ver los Simpson en lo que ella desocupaba la máquina... para imprimir 3 viles documentos no necesitas la media hora que se tomó, pero en fin. Cuando se terminó el programa ya eran las 10, pero afortunadamente mi papá se apiadó de mí y me dio hasta las 10:30, lo cual al menos alcanzó para charlar un poco más con algunas personas, y para escribir esto. Adi, cuando me presenté, ya estabas como si nada, diciéndome que la disculpara en ese tonito de "fui grosera y desconsiderada pero ándale"... claro, pero si fuera uno grosero con ella...
Me pregunto con todo temor, ¿seré también yo así? Horror.
En fin. Con el weepiness encima, mejor huyo.
martes, 15 de enero de 2008
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1 comentario:
Son de los días que digo: 'Gracias a Dios que soy hijo único'. Aunque bueno, supongo que en mi papel de abogado del diablo, pudiera decirse que es parte de la vida diaria en familia. Por eso ya, definitivamente, la familia es como el sol: de lejitos.
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