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miércoles, 17 de septiembre de 2008

De domingos de terror y looney magnets

Esta es la historia que dije que contaría después.
Pero como saben, siempre armo largas narraciones, y esta vez no es la excepción. Esta vez haré un breve compilado de los eventos que me han llevado a la conclusión de que tengpo un looney magnet, culminando mi historia con la tétrica experiencia del domingo 7 de septiembre.

1. El pedófilo y el avión
Yo tenía aproximadamente 13 años. Estábamos viajando no sé a donde, pero la distribución de asientos quedó de manera tal que Adi y yo estábamos juntas, mis papás lejos, adelante, y mi primo Agustín un par de filas atrás. Mientras estudiaba biología, recibí una nota, diciendo "Voltea o moriré sin el oxígeno de los ángeles". Pensé que se trataba de alguna pésima broma de mi primo (quien es 8 años mayor que yo), por lo que lo ignoré. Al poco rato, otra nota. La fuente era nada más y nada menos que un empresario genérico de unos cuarenta y tantos años. Horrorizada, respondí con ese ingenio que un puberto no puede evitar, diciendo "a esta altura no hay oxígeno".

Procurando no poner atención al extraño personaje, seguí en mis estudios. Abrí una bolsa de papas. AL rato, sentí un dedo picando mi hombro. Era el sujeto en cuestión, pidiéndome una de mis papas. Miedo. ¿Cómo sortear este obstáculo? Otra nota. Esta vez, hablaba de "abordarme" cuando el avión aterrizara. Demonios. Un plan. Un plan. Una nota para Agustín. En la bolsa de papas. Fingiría ser mi novio y ahuyentaría al perverso cuarentón. Agustín no quería papas. "ACÉPTALAS, CARAMBA" pensaba yo. Aceptó. El avión aterrizó. Antes de que otra cosa sucediera, Agustín y yo nos tomamos de la mano. Salvación.

2.Cruz
Esto es de la facultad de ciencias. Allí habita un poco higiénico, nada joven ente llamado Cruz. Camina por la facultad, a veces gritanto cosas como "el electrón es zurdo", y tiene el historial de asediar gente. Alguna vez estaba yo comiendo alegremente, cuando dicho personaje se me acercó, ofreciéndome agua. Ya tenía. Que si necesitaba algo. No, gracias. Que si no quería un reloj. Tengo, gracias. Invadiendo lo que considero mi espacio personal, dijo "eres hermosísima". Maldición. Con cautela, zafarme d ela situación. Pero es imposible evitar a dicho personaje por mucho tiempo. Hablar con este homúnculo me exasperaba y sacaba de onda. Pero no podía huir de este inofensivo ser por siempre. Entonces, tras aproximadamente un mes de sufrimiento, recurrí al desesperado plan de charlar con el como si todo lo que dijera fuera sensato y coherente. Tanta naturalidad lo asustó, supongo, pues desde entonces fue dejando de hablarme.

3. REDOBLE PARA... Rubén, el ULTIMATE acosador. (quienes me conocen más saben de otra historia, pero como ese era un caso claramente clínico, me lo salto).
El domingo estuve yo en casa, barriendo y cosas así. Mientras, en la habitación que está frente a la mía, mi casera, mi vecino y un ente hacían no se qué tanto (pintaban o algo así). Con ocasionales pausas para Dino-Run, pasé buena parte de la tarde... hasta que se murió el internet. Entonces aparece en escena Rubén (el ente que estaba con mi vecino), quien me preguntó si tenía red, y luego entabló lo que parecía una conversación normal conmigo. Salió el tema de que iba a ir a la feria el lunes, y antes de que otra cosa sucediera me dijo que si iba con él. No parecía peligroso, sólo me sentí un poco mal porque tendría que explicarle que tengo novio. Me pidió mi teléfono y luego se fue. Continué haciendo mis cosas hasta que recibí un primer mensaje, que intentaba confirmar que mi teléfono era efectivamente mío. Extraño, pero no tétrico. No tenía crédito ni internet. Eran como las 9, y yo había quedado de charlar con mis papás, de tal manera que aunque llovía un poco me fui a Oxxo en busca de crédito. Como a los 10 minutos de que regresé, otro mensaje. El ente estaba a unos metros, en la habitación de enfrente pero no... me enviaba mensajes. Ya más extrañada, y viendo que Rubén es una personita insistente, maquiné un plan que en el momento parecía coherente: decirle que soy lesbiana.

¿Por qué hice eso?
Sencillo (según yo): alguien tan insistente seguro diría que intentaría desfalcar a el "pelele" que fuera mi novio, en un arranque de autoestima alto (yeah right as if he had a chance pero bueno), lo cual sería molesto. Mejor hacerle entender que no tiene oportunidad alguna... y pues la mejor forma de decir que no hay oportunidad es decir que te gusta alguien de tu mismo sexo.

OK. Mensajeé a Ilse comentándole mi plan... pero luego volvemos a eso. Al rato, una llamada telefónica. No podía ser. Rubén al rato estaba ante mi puerta, queriendo invitamre un refresco o algo, pues iba a Oxxo. Le dije que no intentara ligarse a una chica que no conoce, pero eso llevó a un choro sobre cómo uno debe tomar la oportunidad e intentar y que Sabina y Aute y no se qué. Le dije que aceptaba que me invitara un refresco si dejaba sus intentos (futiles), pero no me hacía caso. Le dije que tengo novia, algo exasperada. Otro choro sobre cómo las lesbianas son geniales y que si la Chabela Vargas es lesbiana y no se qué, y que quedaríamos de amigos. Respiré tranquila, y dije OK. Stalkerman me dejó su reproductor de mp3 para que oyera a Aute en lo que regresaba con un refresco, aunque no escuché la gran cosa porque a esa chunche se le acabó la batería. Me puse a jugar con Shiro. Entonces, el ente entró a mi casa, con el pretexto de conocer al adorable conejote, quien igual que yo estaba sacado de onda e hiperventilante. En un intento más bien triste por ser creativo y encantador, dijo "tu conejo me dijo que si te rasco atrás de la orejita..." (entre otras cosas creepy) y yo me alejé medio horrorizada medio muy molesta pensando "aléjate de mi orejita". Como pude, lo fui empujando hacia la puerta. Me preguntó por los DVD's que tengo por ahí, y viendo Pi me hizo un par de preguntas. Eran como las 12:30 de la noche. Me preguntó que si no veíamos la peli. Le dije que NO. Quería que estuviera lejos, y quería dormir. Tras mucha insistencia me encerré y empijamada pensé que ere era el fin. Pero no.

Me llamó por teléfono pidiéndome cargar su reproductor de mp3. Le dije que no. Fue a la puerta. Insistió. Dije que NO. Me dijo que me dejaba en paz si lo aceptaba, dije que OK, y que se lo entregaba al siguiente día cuando nos viéramos. Me recosté. Sonó el teléfono. Fue a mi puerta. Tocaba y no me dejaba dormir. Harta, pero despierta, agradecí el momento en que mis papás pusieron una traba extra. Le dije que me dejara dormir. No quería. Comenzó a cantar. Me dijo que se iría si le decía que pienso que es feo. Le dije, cansada, que es feo como pegarle a Dios en Semana Santa. No se iba. Le dije que lo ignoraría. Me puse los audífonos Y ví cómo se sentaba ante mi puerta. Me dormí... pésimamente, pensando en si seguiría allí.

Al siguiente día, ya había hecho planes con Ilse. Ella sería mi novia ficticia, y reclutaríamos a quien se dejara para que fingiese ser gay y asustar mucho a quien me había sacado de onda masivamente la noche anterior.

Aquí van un par de menciones honoríficas: Ilse y tío Dan... gracias. Nada habla de amistad como estar dispuesto a ser gay por un día para salvar a alguien.

Así, con rifle de balines y tomadas de la mano, Ilse y yo caminamos el lunes por la feria. El ente afortunadamente ni apareció y fuera de un par de mensajes ya no he sabido de él.

Ese día Ilse, tío Dan y yo vimos fuegos artificiales entre las lonas de los puestos. Eran casi un festejo por el triunfo de las buenas amistades.

1 comentario:

Ricardo dijo...

Sabes Bere, este tipo de cosas son la razón por la que me caes tan bien.