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martes, 16 de septiembre de 2008

El puente más extraño

¿Creen que su puente fue extraño?
Yo pienso que el mío sí lo fue. Es más, creo que es una prueba de que Macondo está alejado de la mano de dios.

Pero empecemos por el principio. Como algunos seguro sabrán, llevo largo rato pasando mi tiempo aquí en Cuernavaca. Hace un fin de semana me quedé aquí, y esta fin fue la continuación de dicho evento, pues mi familia dijo que vendría para pasar el puente.

Según se dice, la idea fue de mis abuelitos paternos. Claramente, no saben que Cuernavaca es un lugar donde la realidad se dobla como un Twizzler.

Sábado:
Llegaron, salimos a comer, fuimos a plaza Cuernavaca. Veo que mi papá ha notado que no tengo llanta de refacción. Soy regañada como si yo la hubiera vendido. Mi placa está floja. Me regañan como si la hubiera aflojado yo.

Domingo:
Desayunar, ir al jardín Borda (que está lindo, a decir verdad), hacer reservación en La india Bonita, conocer la catedral. Comer burguesamente. Fuera de que dijeron que vivo como cerdo (cosa que a la fecha no es ni remotamente cierta), nada malo... bueno excepto lo que sucedió al siguiente día.

Lunes:
Desayunar en Alpuyeca, ir a Galerías, a comer, a la Peugeot por el rin, a Walmart por la llanta.Tranquilo... y por fin probé los ostiones a la Rockefeller Yay!

Esa noche fuimos a "La india bonita" a cenar. Cuando dijimos "tranquilo" en la frase hablando del festejo de independencia, creo que lo interpetaron como "funerariamente aburrido". La comida era buena, pero ...
1. Un grupo que dependía del sintetizador tanto como Kip tocó canciones malacopa antes y después de la cena.
2. Durante la cena tocó cumbias... y sólo los meseros bailaron
3. Vimos el grito por la tele, como si estuviéramos en la sala.
4. No hubo cohetes ni nada...
5. Ni podíamos tomar a nuestras anchas porque estaban los adultos.

A las 12 ya nos estábamos durmiendo. TRISTE.

Martes (aka el día maligno):
Aquí comienza lo bueno.
Esa mañana, nos fuimos a la vulcanizadora a que quedara lista la llanta. Mientras mi papá hacía las modificaciones pertinentes para que nadie me la robe de nuevo (y quejarse de lo carísimo del rin) yo tomaba medidas para lo que algún día será el corral conejil. Cerré mi puerta (que por cierto se supone que no se cierra bien a menos que le eches llave)... pero sí se cerró. Hablé con mi casera... pero no pudimos abrir. Maldición, NO podía ser que se echara a perder la cerradura en 16 de septiembre.
Le comenté a mi papá, quien ya estaba de malas por no poder apretar bien las placas. Regresé a la casa, y un niño pequeño me hizo plática de una forma singular: todo parecía normal hasta que con toda honestidad y convecimiento me tildó de "fea". Molesta por mi terrible suerte, le respondí "ni modo".

Nos fuimos a desayunar, y yo estaba más que enfadada e inconforme. Me llovieron regaños. Enojada, acompañé en busca de cerrajero, pero la verdad sin la valiosa ayuda de los amabilísimos Tlaltenango Boys (los recepcionistas del Posada de Tlaltenango) no lo hubiéramos logrado. Tras ser culpada de todos los males del mundo, de menos tuve el consuelo de corroborar que el que la cerradura hubiera fallado no era mi culpa. Por si fuera poco, parte de la varilla del aceite de mi coche se había roto DENTRO del mismo, por lo que no lo podría manejar hasta que se resolviera el misterio de si afecta o no. Horror.

Por lo menos mis papás se iban ese día.

Esa noche no mejoró mi situación. Deseé que se terminara la semana. Eso no tardó en suceder afortunadamente... Creo que monesvol quiere que coma más pasta, porque ahora con un par de sopas instantáneas en mi estómago todo parece mejorar...

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