Hola. Me llamo ****. Y soy metalera. [Aplausos genéricos.]
El metal es básico. Ésa es la lección músico-química más importante que he aprendido a lo largo de toda mi vida. Lo explicaré con el infinito que nos rodea. Por puras leyes físicas, todos los cuerpos están expuestos a fuerzas de distinta naturaleza, las cuales van a llevar a cambios de estado; algunos de esos cambios van a encontrarse favorecidos dado que conllevan al equilibrio con el caos en el universo. En un plano que usualmente se considera ajeno a leyes científicas- nombrémoslo el espiritual, o el emocional para tener algo más aprehensible-, también se pueden observar colisiones de energía pura que llevan a destinos insospechados y misteriosamente atractivos. Así, ocurrió que cierto día, de manera no agendada, y tan sólo en lo que dura una introducción, se vino abajo, ante mi vista incrédula, la estabilidad de un mundo que parecía completamente resuelto; tras su disfraz se hallaba una realidad inmensa y devastadora, y dentro de mí, una nueva forma de valentía. Todo gracias a la obra más extrema de las Musas. Ningún estandarte, ninguna fe me ha durado ante tanta adversidad ni durante tantos instantes, conservando, además, la fuerza primitiva junto al embellecimiento consecuente. Del oído nace el amor.
Bueno, también tengo un tanto de darketa. [Ojos ampliamente abiertos; aplausos tímidos.]
De una noche para otra, las rarezas que cargaba conmigo se alinearon y me incitaron a la rebeldía contra el mundo externo. Gracias a cierta atracción inicial que había tenido toda la vida, y su aumento considerable dadas las nuevas posibilidades estéticas que se me presentaban (contando, asimismo, con el conocimiento suficiente de los clientes P2P), me di a la tarea de comenzar la búsqueda de aquellas obras y atuendos inspirados en los temas que espantan a los abuelitos conservadores, como la oscuridad, la depresión y el libertinaje; como los demonios, la sangre y el inframundo; como la muerte, la destrucción y la cumbia. Diversos experimentos a lo largo de cinco breves años por los terrenos alternativos de los sonidos pesados, macabros y eléctricos han demostrado contundentemente que al éxtasis se llega también por senderos que no indican los mapas (¿será ésta la regla y no la excepción?).
Quiero agregar que no dejé de pertenecer a mi “comunidad original” (hasta donde sé), ni me integré del todo a las susodichas “criaturas de la noche”- si es que de verdad todas presentan insomnio crónico y se consideran íntimamente segregadas, lo cual puedo negar en muchos casos. Hasta la fecha, no está bien definido a dónde pertenezco, pero no me causa mayor angustia. Me he acostumbrado, en muchos sentidos, a la anfivida, y para fines subterráneos, me basta con expandir constantemente mi capacidad de gozo.
Ya que andamos en confianza, también... [Alguien me consigue silenciar con un trapo.]
En este espacio se ha de dibujar con las crayolas que los otros niños han dejado prácticamente nuevas, y es válido colorear por fuera de las líneas. Quien no se detenga en el evento de toparse con una estrella descubrirá que el color predominantemente nocturno es fuente de iluminación, y mi idea es revelar tal sentimiento- con los recursos que tengo, aun siendo pocos, pero en evolución- de manera objetivamente subjetiva.
Tras mi inmaculada biografía, permítanme presentarme: estaré firmando como Siegrune, forma germanizada de Sigrún, que significa “runa de la victoria”. El instinto de valkiria me indica que muchos héroes imponentes se darán una vuelta por este rincón del Valhalla, y que las máximas batallas se traducirán en un alud de sonidos gloriosos. Deseo que se diviertan y les recomiendo que mantengan los brazos y cabeza lo más cerca del vehículo que puedan.
[…] ¡¡¡HMPGHHRHGHHMMPGPHHH!!! […]
Siegrune, con amor.
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